Hipertensión Arterial Sistémica, enfermedad silenciosa
Sin síntomas que la delaten, la hipertensión es la principal causa de infartos e ictus. Y es, junto a la obesidad, la gran epidemia del siglo XXI.
La hipertensión arterial es una patología crónica que cursa sin síntomas y que consiste en un incremento de la presión arterial. Contado así, no parece muy peligrosa, pero la hipertensión está en el origen de muchas enfermedades cardiovasculares – primeras causas de mortalidad en México – y puede acarrear complicaciones graves como infartos o hemorragias cerebrales si no se controla: los hipertensos tienen 6 veces más riesgo de infarto cerebral; también aumenta en un 70% el riesgo de deterioro cognitivo y el de demencia vascular, la segunda causa de demencia en adultos tras el Alzheimer.
Hay más de 14 millones de hipertensos, de los que 9,5 millones no están controlados y cuatro están sin diagnosticar. Un drama, porque la hipertensión es una patología fácilmente controlable si se siguen las recomendaciones de los especialistas. Las principales se refieren a la modificación de los hábitos de vida y a la instauración de unas prácticas saludables.
PRÁCTICAS SALUDABLES RECOMENDADAS
Se hace hincapié en cinco: descansar correctamente y evitar las situaciones que causen estrés; adherirse a la dieta, la más cardiosaludable; consumir dos litros de agua al día; reducir o eliminar el consumo de sal, alcohol y tabaco; y practicar algún deporte. Pero hay una sexta práctica sobre la que descansa todo: el control regular de la tensión arterial. En el entorno de 120/80 mmHg, la tensión es normal; hasta 135/85 se alcanza un estado de prehipertensión; y por encima de esas cifras, estamos hablando de una hipertensión arterial en toda regla que requiere tratamiento y vigilancia.
La hipertensión es una patología fácilmente controlable si se siguen las recomendaciones de los especialistas.
Un poco de historia
Aunque los documentos sobre la hipertensión se remontan al 2600 a.C., el primer autor que realizó un exhaustivo estudio sobre ella fue el clérigo inglés Stephen Hales en 1733. La primera descripción de la patología la realizó el científico inglés Thomas Young en 1808. Pero fue ya en el siglo XX, en 1925, cuando Otto Frank acuñó el término ‘hipertensión esencial’ para describir la presión arterial que no posee causa específica. Tras la Segunda Guerra Mundial, las farmacéuticas comenzaron a investigar productos frente a ella y en los 70 se comenzaron a utilizar diuréticos con características hipotensoras.
1. ¿Con qué síntomas cursa?
La hipertensión arterial no presenta síntomas claros. Por eso son tan importantes los controles en las empresas y los centros de salud, porque ayudan a detectar casos que, de otra forma, pasarían inadvertidos.
2. ¿Cuáles son sus causas?
Aunque se desconocen las causas específicas que la provocan, hay una serie de factores comunes a la mayoría de las personas que la sufren. Están los llamados ‘no modificables’, como la herencia genética familiar, el sexo (es más común en hombres que en mujeres), la edad (a mayor edad, mayor probabilidad de sufrirla) o la raza (los individuos de raza negra tienen el doble de posibilidades de desarrollarla que los de raza blanca). Y luego están los ‘modificables’, aquellos factores de riesgo que se podrían eliminar con unos hábitos saludables, como la obesidad, el consumo excesivo de alcohol o de sal, el uso de anticonceptivos orales y el sedentarismo.
3. ¿Se puede prevenir?
Tener unos hábitos saludables y, sobre todo, evitar el sobrepeso y la obesidad es vital para prevenir su aparición. Los especialistas señalan que llevar una dieta sana y practicar ejercicio ayudan a evitar esta patología. En los casos en los que en la familia haya antecedentes de hipertensión, este factor genético supone una llamada de atención adicional para que el paciente vigile especialmente esos hábitos de vida y controle sus cifras de tensión arterial.
4. ¿Cómo se trata?
El tratamiento requiere dos tipos de actuaciones. Por un lado, la mejora de los hábitos de vida: realizar una dieta saludable y sin alcohol baja en calorías, azúcares y grasas, y aumentar la práctica de ejercicio físico. Y si el cambio de hábitos no basta, hay fármacos para controlarla. Los tratamientos se inician con un solo fármaco, pero se pueden llegar a combinar dos o tres medicinas.
5. ¿Qué futuro le aguarda a la hipertensión?
En los últimos años, el grado de control de la hipertensión ha crecido gracias a los tratamientos y a la concienciación social. Sin embargo, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de mortalidad mundial. Y la situación, según las autoridades sanitarias, se mantendrá en los próximos años debido a la epidemia de obesidad que nos asuela.