Coronavirus: la otra cara del confinamiento
Julio Virgilio De Dios Tello
3166440-NEUROCIRUGÍA(2000)725562-MEDICINA GENERAL(1982)
El COVID-19 causado por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) ha sido una emergencia médica y una crisis mundial desde diciembre del 2019 en que se reportaban los primeros casos en China. El primero de marzo se declaró pandemia por la OMS y para los primeros días de abril se reportaban 1.2 millones de casos y 67.000 muertos en 209 países; familias, individuos, sistemas de salud, de alimentos y la economía en general se derrumbaba.
La vida había cambiado, el COVID-19 era causante de una tragedia ya que la comunidad científica, médica y todo aquello involucrado en la salud tenía un compromiso urgente y un gran reto. Desde los primeros días surgieron publicaciones científicas confiables en revistas y sitios web, pero al mismo tiempo aparecía información falsa y mitos que se extienden como incendio forestal sin control, principalmente en redes sociales causando confusión y mucho daño a la población.
La OMS comentó “no estamos peleando contra la epidemia, luchamos contra una infodemia”.
A medida que la pandemia avanzó, el confinamiento llegó a nuestras vidas con la frase “quédate en casa”, las escenas en las redes sociales de hospitales saturados, muertes en las calles y caos fueron muchas veces noticias falsas (fake news), sin embargo, las cifras de enfermos y muertes si eran reales. El confinamiento generó que familias, negocios, centros comerciales, cines, gimnasios, áreas claves de interacción social bajaran sus cortinas, además la cancelación de eventos sociales y deportivos con la incertidumbre de no saber cuando se abrirían.
A principios de este siglo XXI el Dr. Lee Juag-Wook advirtió a Ministros de Salud reunidos en Washington DC en una asamblea Panamericana de Salud (OPS) acerca de un riesgo o amenaza de consecuencias sanitarias, sociales y económicas incalculables después de la experiencia de la “gripe aviar” que se había presentado en el mundo, y concluyó que el no prepararse tendría consecuencias catastróficas.
“Los humanos no tendrán la posibilidad de desarrollar inmunización natural contra un nuevo virus de la gripe” advirtió el Dr. Lee en referencia al patológico virus H5N1, mientras la población en la tierra aumenta exponencialmente, también aumentan las nuevas perspectivas en el mundo microbiano.
La BBC News en septiembre del 2019 escribe “nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante”: la advertencia de la OMS de una emergencia sanitaria.
Las epidemias son emergencias sanitarias en la que se ve amenazada la salud de las personas y causan cantidades significativas de enfermos y muertes. Todo evento catastrófico en donde existe “tragedia humana” necesita ser atendida no sólo desde el punto de vista epidemiológico o médico, también la aflicción y consecuencias psicológicas.
Puede considerarse que toda la población sufrirá de tensión y angustia en menor o mayor medida, aunque la mayoría serían reacciones normales ante una situación anormal.
Después de cuatro meses de haber llegado la pandemia a México, el mundo es otro. Hasta el día de hoy aún no conocemos todos sus efectos. En México se reportan 268 mil casos y más de 32 mil defunciones (Julio 7) y en el mundo 11,801,445 casos y 544,415 muertes, el confinamiento a mostrado muchas caras y diferentes sectores así lo muestran, he aquí algunas consideraciones.
El impacto de la vivencia dependerá de la experiencia individual y los factores de vulnerabilidad. La ansiedad durante el confinamiento, así como el estrés traumático, depresión o insomnio, son normales, al igual que los mecanismos de regulación habituales en situaciones excepcionales.
Según estudios, la evidencia de brotes infecciosos y pandemias previas, han mostrado efectos nocivos para la salud mental a consecuencia del aislamiento social. Después de la pandemia de la influenza (AH1N1) en el 2009 en Estados Unidos, la puntuación “estrés postraumático” fue 4 veces más alta en niños que se encontraban en cuarentena que aquellos que no lo estaban, y 28% de los padres en cuarentena en comparación con el 6% que no lo estaban.
La ansiedad, un bajo estado de ánimo, estrés, miedo, frustración y aburrimiento pueden precipitarse, principalmente por restricción en el movimiento, pérdida de la conexión social de empleo, afección en los ingresos financieros, miedo a ser contagiado o preocupación por falta de acceso a productos básicos.
El lado obscuro del confinamiento
La directora ejecutiva de la ONU Phumzile Mlambo-Ngluka declaró que durante el confinamiento millones de personas que se refugian en casa también conllevan otro peligro mortal, la violencia de género. En todo el mundo se notificó un incremento en las llamadas en busca de ayuda, en países como Argentina, Canadá, Francia, Reino Unido y Estados Unidos este tipo de llamadas incrementaron en un 40%, por lo mismo.
El Secretario General de la ONU ha instado en todos los gobiernos que hagan de la prevención y la gestión de la violencia de género una parte fundamental de sus planes en respuestas nacionales contra el COVID-19, “los refugios y las líneas de atención se deben considerar como un servicio esencial en todos los países”.
La revista “FORBES WOMAN” el pasado 17 de abril emitió una portada “Urge a México atienda el tema de COVID-19 con perspectiva de género”. Entre enero y febrero México registró 632 presuntas víctimas del delito de feminicidio y homicidio doloso. Se recibieron 40,910 llamadas de emergencia al *911 relacionadas contra la violencia hacia mujeres, y en abril se registraron 29,798 llamadas.
En el boletín informativo de la Red Nacional de Refugios en este año, se reportó incremento de llamadas y mensajes de apoyo a causa de violencia intrafamiliar, el 44% provenían de la CDMX y el Estado de México, 48% de los hijos e hijas de mujeres que solicitaban apoyo, de igual forma fueron víctimas de agresiones durante el confinamiento.
La solicitud de refugio aumentó un 50%, el 100% con violencia psicológica, 49.4% violencia física, 17.6% violencia sexual y el 4% intento de homicidio.
Cuando se habla de la “nueva normalidad” las mujeres lastimadas y agredidas durante la cuarentena no regresarán a esta “normalidad”, incluso quienes fueron asesinadas. La violencia en mujeres que viven pobreza es aún más compleja, tienen menos independencia económica, menos vías de escape y además se enfrentan a normas tradicionales y sociales.
Lamentablemente no existe un protocolo por parte del gobierno de actuación integral, coordinación intersectorial con enfoque de género, derechos humanos, para atender los impactos y secuelas que el COVID-19 ha dejado y seguirá dejando en la vida de muchas mujeres mexicanas. El COVID-19 no sólo incrementó la violencia, sino que dificultó procesos jurídicos, médicos y sociales de mujeres y ex usuarios de refugios.
Es necesario y urgente incrementar medidas de prevención, así como garantizar la atención y seguridad de los derechos de niños y mujeres durante y después de la contingencia, involucrar a organizaciones de la sociedad civil para la mejoría de las políticas y respuestas operativas frente a la doble pandemia de las principales víctimas: mujeres e infantes.
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Julio Virgilio De Dios Tello
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